RESUMIR LA INFORMACIÓN.
Título en el cuaderno: "MONTEVIDEO, SUPERMERCADO DE ESCLAVOS".
Consigna de trabajo: escribe con tus palabras las ideas más importantes de cada párrafo del texto de Milton Schinca.
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Un título
triste ostenta Montevideo entre tantos recordables y honrosos: el haber
constituido durante la Colonia el centro de comercio esclavista en todas estas
regiones del Continente. La Corona española “distinguió” a nuestra ciudad con
el infamante privilegio de concentrar aquí y monopolizar el tráfico de la
mercadería negra traída desde África. Montevideo surtía de ella a todo el Río
de la Plata, Chile y Perú. Nuestros mercaderes se enriquecieron con este
tráfico; y de allí arranca la fortuna y posición social de muchas familias de
renombre en nuestro pasado (y presente).
El negocio de nuestros mercaderes era redondo: en los mismos barcos que
llegaban de África trayendo esclavos, ellos cargaban cueros, tasajo, crines,
sebos, grasas, harina, que vendían a buenos precios en Brasil, Inglaterra y
otros mercados. Un solo dato dará idea de la importancia adquirida por este
tráfico esclavista: se calcula que hasta los alrededores de 1810, habían llegado
a nuestro puerto unos 20 mil esclavos africanos, los más de ellos en tránsito,
con un valor global de comercialización cercano al millón de pesos, cifra
astronómica para aquellos tiempos. El valor de cada esclavo variaba grandemente
según su fortaleza física, estado de salud, habilidades de trabajo que
poseyera; pero su cotización media era de unos 400 pesos fuertes. Los
esclavos que aquí quedaban, eran destinados a los trabajos pesados en la ciudad
o a peones en la campaña.
Lo primero que hacía el
particular que compraba un esclavo era darle un nombre y apellido. Pero esto no
era, por cierto, una distinción que se le otorgaba al infeliz así bautizado,
sino que se buscaba con ello garantizar la posesión del nuevo “objeto”. Para
ello se firmaba un recibo donde se consignaba el nombre del moreno, si era sano
o enfermo, si tenía algún defecto físico: tuerto, rengo o manco, o si llevaba
alguna cicatriz o señal en el cuerpo que lo distinguiera.
Los esclavos varones eran dedicados a los trabajos más
rudos, como queda dicho, y percibían como única retribución la comida y algunos
trajes viejos de los patrones. Las morenas mayores realizaban las tareas de
cocina y el lavado de toda la ropa de la casa. Allá marchaban cada tanto,
cargando los atados sobre la cabeza y la batea bajo el brazo, en dirección a La
Estanzuela (actual Parque Rodó) o a los pozos de la Aguada, cuidándose de que
no se les viniera encima la noche porque se les cerraban los portones de la
ciudadela.